Arquitectura Wynd

CASA VM
Cambiar el Horizonte

Crear una casa que acogiera a tres generaciones era el principal desafío asumido por los arquitectos chilenos Jaime Bravo Hepp y Rodrigo Valenzuela Sotomayor, fundadores de WYND. Los mandantes tienen una gran familia y disfrutan del tiempo juntos, por lo que anhelaban un espacio que permitiera que abuelos, hijos, cónyuges, cuñados y nietos pudiesen convivir durante diferentes periodos de tiempo, posibilitando también ciertos momentos de independencia. El diseño de esta vivienda por tanto, estuvo determinado por las características particulares de este encargo, pero también por el entorno, un ambiente semiárido emplazado en la localidad de huentelauquén, en el norte de país. 

El terreno está ubicado en el perímetro de un condominio y aledaño a una quebrada con abundante vegetación que desemboca en una caleta de pescadores. La radiación solar, la pendiente del paisaje, los cactus y las ráfagas de viento, entre otros elementos del paisaje, llevaron a los arquitectos  a definir una serie de características que debían incorporar en el diseño para lograr una habitabilidad confortable: conectar de manera eficiente los diferentes recintos, mitigar el asoleamiento en los espacios exteriores y mejorar la calidad térmica de los interiores, además de proteger del viento y potenciar las vistas al máximo. A partir de estos factores y del encargo principal, se concibió una volumetría que respondiera tanto en la forma como en su materialidad a los requerimientos.

El programa fue desmembrado en una estructura perimetral que crea áreas para cada generación de la familia y que rodea a un patio central, un espacio que los acoge a todos en torno al fuego y desde donde pueden disfrutar de las estrellas y del mar. Los módulos son independientes y están separados, permitiendo así que distintas dinámicas se desarrollen en paralelo y que  las áreas comunes sea flexibles para que  «nunca se sientan apretados todos juntos, ni muy solos de a pocos», comentan los arquitectos.

El patio actúa como núcleo articulador y al estar protegido por los volúmenes perimetrales, queda resguardado del viento y provisto de sombra. Adicionalmente, para cuidar las vistas hacia el mar, los bloques habitables que se instalaron entre el patio y el océano son completamente transparentes y están delimitados por termopanel para potenciar la conexión con el horizonte. Los módulos ubicados en los otros extremos en tanto, se desmembran para crear la ilusión de que el patio se extiende más allá de sus límites. De esta manera, se amplió visualmente la casa sin aumentar los m2 y se generaron además nuevos espacios entre los volúmenes y vistas en 360° hacia el territorio.

Todo el proyecto está unificado por un gran manto translúcido que fue construido con vigas reticuladas de madera y cubiertas con miles de varas de eucaliptus que actúan como una segunda piel.

Esta capa es una de las características distintivas del proyecto y además de sus cualidades estéticas y de dar forma a una sugestiva quinta fachada, mejora térmicamente los espacios interiores, a la vez que produce una sombra irregular y orgánica, necesaria para habitar las áreas entre volúmenes y cubre las circulaciones exteriores.

La estructura principal en tanto, es de madera machiembrada cubierta por un tratamiento UV y está levantada del terreno mediante pilotes del mismo material que se conectan con el manto translúcido.  Se articula de esta manera un entramado de texturas, espacios y vacíos que resuelven de manera hábil el encargo original: un ambiente que los reúna a todos y que a través de una estética informal, los haga romper con sus rutinas habituales.

Por: Josefa Aliaga

Fotografías: Nicolás Saieh

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